El agua, uno de los elementos más básicos en la vida de las plantas, ya que un riego deficiente puede provocar el deterioro o la muerte de la planta, ya sea por regar demasiado o por hacerlo muy poco. Siempre se ha dicho que el agua de la lluvia es la mejor para un desarrollo más completo, pero existen otros tipos de agua y muchas de ellas plantean algunas dudas.
Hay algunas plantas que son capaces soportar condiciones de alta salinidad, pues una determinada dosis no es mala, aunque no es buena para ciertas plantas, sobre todo para aquellas que son muy sensibles. La sal es un nutriente para las plantas, pero si se añade en exceso, puede cambiar su composición química y provocar graves desequilibrios nutricionales si se aplica mediante riego.
Consideraciones previas
Tal es el caso del agua salada, que anticipadamente te digo que mata las plantas, porque aun cuando existe este tipo de agua, la tierra y las raíces compiten por la misma agua, esto hace que las plantas no puedan alimentarse de la misma forma que cuando le pones agua fresca y entonces empiezan a debilitarse y perder sus propiedades, resultando en muchos casos en la muerte.
Cómo usar agua salada en las plantas
Aunque puedes administrarla en un fertilizante o abono, si lo haces con riego puede provocar sequía, como si nunca las hubieras regado, y esto puede ser algo confuso porque ves la tierra mojada, pero en realidad la planta está seca, así que usa mejor agua fresca para el riego (botella, grifo o lluvia), ya que se corren demasiados riesgos con el agua salada.
Las condiciones climáticas más cálidas son las más negativas para el riego con agua salada, ya queen el clima frío los efectos de la sal no son tan notorios ni decisivos a medida que las temperaturas son más bajas. En climas fríos, pueden desarrollarse más lentamente, pero no corren el peligro de sequía o muerte, como en climas donde las temperaturas son más altas.
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