NaturalezaCuidados y Cultivo de PlantasCuidados de la planta de lavanda en maceta

Cuidados de la planta de lavanda en maceta

La lavanda es un tipo de arbusto que se reconoce rápidamente por su característico color púrpura y violáceo, así como por su característico olor. Este es una variedad de plantas llamadas Lavandula que consta de más de 60 tipos diferentes de lavanda. Aunque su color morado, conocido directamente como lavanda, es el más común y extendido de todos, igualmente puedes encontrar variedades con tonalidades blancas, azules y rosas.

Desde la antigüedad, esta planta perenne de la comunidad Lamiaceae se ha utilizado para tratar diversas enfermedades como la ansiedad, las migrañas, el insomnio, enfermedades de la piel como el acné, el dolor de muelas y las nauseas, entre otras.

Esta es una planta resistente con la capacidad de crecer fácilmente en casi cualquier lugar donde se plante. Si quieres conocer los cuidados de las plantas de lavanda en maceta, sigue leyendo este artículo.

Características generales de la planta de lavanda

Generalmente hablando, las principales características de la lavanda serán las de un arbusto de clima mediterráneo. Lo que significa que tiene las siguientes características:

  • Necesita tomar luz solar directa al menos seis horas al día.
  • El tipo de suelo que necesitará, es un sustrato principalmente alcalino (lo que sugiere que el suelo tiene un pH alto).
  • Del mismo modo, la lavanda es una planta que no tolera suelos excesivamente húmedos, lo que significa que se necesitará un buen drenaje para que el suelo no se encharque demasiado.

De hecho, si el agua se acumula en exceso y durante mucho tiempo, se corre el peligro de que las raíces se enfermen o incluso se pudran. Por eso, a la hora de regar, lo mejor es esperar a que la tierra se seque y cerciorarse de que haya un buen drenaje, que evite la retención de exceso de agua.

Qué tipo de maceta necesita la lavanda

La lavanda es una planta que puede crecer perfectamente en maceta, y de hecho es una práctica que te permite disfrutar de esta fragante planta sin necesidad de tener un jardín o terreno para cultivar. Sin embargo, será importante que la maceta en cuestión sea grande.

Esto se debe a que, como está acostumbrado a crecer en el suelo, necesitará suficiente espacio para expandir las raíces. En este sentido, una maceta de unos 30 o 40 centímetros de diámetro debería ser suficiente. Si la maceta es más pequeña, la planta no crecerá correctamente o al menos no del modo espectacular y colorido a la que estamos acostumbrados.

Por otro lado, el tipo de maceta más recomendable para plantar lavanda son las de cerámica o terracota sin pintar o sin esmaltar. Esto se debe a que, al ser poroso, permite que el exceso de agua se evapore más fácilmente, lo que beneficiará el crecimiento y la salubridad de las raíces. De igual forma, otro aspecto relevante será que exista un drenaje adecuado, para lo cual es importante que la maceta tenga agujeros en el fondo. Por otra parte, si quieres mejorar aún más el drenaje, lo mejor es poner un poco de grava en el fondo antes de colocar el sustrato y la propia planta.

Te recomendamos que leas este otro artículo sobre cómo plantar lavanda

Cómo cuidar una planta de lavanda en maceta

Como ya se mencionó, esta es una planta que no tolera el exceso de humedad. Por ello, debe contar con el drenaje adecuado, es importante para espaciar los riegos para que la tierra se seque entre los dos. No es necesario que el sustrato se seque por completo, pero es fundamental evitar la humedad prolongada. Así que lo correcto es regarlo una vez cada dos semanas durante los meses fríos y una vez a la semana durante los meses cálidos.

En cuanto al abono, es una planta que no lo necesita en exceso y que, por otra parte, puede reaccionar negativamente en presencia de abonos inadecuados. De esta forma lo mejor es evitar abonarla si no es necesario y cuando lo hagas debes asegurarte de que sea un abono con baja concentración de nitrógeno, ya que alteraría el suelo. De hecho, por rara que parezca, una fertilización excesiva favorecerá el crecimiento de hojas en detrimento de las flores, lo que hará que nuestra planta pierda aroma y vistosidad.

En el momento de realizar la poda debe ser limitada y manteniendo la forma adecuada del arbusto. Los mejores meses para esto son principios de primavera y otoño. Por otro lado, es importante retirar las flores secas de la planta, ya que su presencia puede afectar su crecimiento e impedir la correcta renovación de las flores.

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